jueves, 17 de septiembre de 2009

Historia del EF-18 (1ª Parte)



Cuando, a finales de 1976 se decidió modernizar al Ejército del Aire, tomó especial relevancia el programa FACA, programa que designaría el futuro avión que habría de formar la espina dorsal de nuestras fuerzas aéreas. Por aquel entonces, el EdA contaba con los nada despreciables McDonnell-Douglas F-4C -los míticos Phantom-, pero estaba claro que el F-4 era incapaz de realizar la mayoría de las misiones que le serían encomendadas en el futuro.
Una primera opción era sustituír los Phantom C por su variante más avanzada y polivalente, la 'E'; ésta tenía la desventaja de que E.E.U.U. mantendría el veto sobre ellos y además contendría la modernización de la fuerza aérea. España se negó y abrió un concurso, valorado en 250.000 millones de pesetas, para la adquisición de 144 aviones. La nueva plataforma debería sustituír a los F-4C y F-5 (éste último quedaría relegado a la misión de apoyo ligero, mientras que el primero sería retirado) en una primera fase, mientras que la segunda fase del proyecto -otros 96 aviones- tendría como fin sustituír la totalidad de Dassault Mirage III.
La misión principal sería el ataque a superficie, tanto tierra como mar, dejando a la misión de superioridad aérea en un segundo plano, aunque estaría muy valorada.



En principio se estudiaron varios modelos: Mirage 2000C, Tornado, F-5E, F-15, F-14, F-18L, F-18A y F-16C.
El primero en ser descartado fue el F-5E, que no cumplía con las características exigidas ni de lejos. El Panavia Tornado fue desechado por su falta de polivalencia. Los F-15 y F-14 fueron los siguientes en descartarse por su excesivo precio de adquisición y mantenimiento y por su falta de polivalencia. El F-18L, versión de exportación de características reducidas del F-18A, fue eliminado de la lista porque España sería el único comprador. Finalmente, fue descartado también el Dassault Mirage 2000C porque al EdA le interesaba contar con dos proveedores de nacionalidades diferentes.



Quedaban, finalmente, el F-18A y el F-16C. Se evaluaban 53 apartados, de los cuales salía vencedor el Fighting Falcon -sobrenombre del F-16- en 9 de ellos, resultando empates otros 9 y los 35 restantes ganaba el F-18. Uno de los aspectos era la tasa de pérdida de aeronaves. Según el estudio, se perderían 33 F-16 de una fuerza de 96 en menos de 20 años, mientras que para su oponente se perderían 16 de una flota de 84.
En resumen, el F-18 era superior en potencial bélico, carga de armas, operatividad con mal tiempo, radio de acción, combate BVR y capacidad de crecimiento. Por contra el F-16 sacaba ventaja en combate a corta distancia.

Pero no sólo la ventaja del F-18 estaba en sus características operativas. También en el marco industrial sacaba ventaja. Tras muchos acuerdos y desacuerdos, se firmó un contrato con la U.S. Navy para la compra de 72 F-18 en unas condiciones muy favorables. La casa McDonell estaba tan apurada de medios económicos, que accedía a cualquier cosa con tal de vender. Por primera vez, las ganancias en industria superaban al gasto en los aviones. Ésta era una ventaja enorme respecto a su contrincante, el F-16, cuya casa, Lokheed, ya había ganado el "contrato del siglo", más de un millar de unidades para la USAF, y se podía permitir el lujo de dejar escapar este concurso.
Y no sólo eso, para colaborar en el programa varios miles de universitarios españoles fueron becados, para realizar durante 2 años cursos de postgrado y prácticas en universidades y centros de investigación de Estados Unidos, más concretamente entre 1986 y1988.

No hay comentarios:

Publicar un comentario